Fue uno de los más grandes artistas de la música argentina. Tenía cáncer de pulmón que se le detectó a mediados del año pasado.
Un músico de leyenda y vanguardia que marcó al rock nacional
Reducir la trayectoria de Luis Alberto Spinetta en unas pocas líneas parece una osadía, casi una falta de respeto. Es que con la desaparición física del Flaco se va un pedazo importantísimo no solo del rock nacional, sino de la cultura argentina. A lo largo de toda su carrera, que tuvo diversos matices ya sea en su etapa solista o en grupo, Spinetta dejó una marca que difícilmente pueda ser borrada.
Definirlo, casi de la manera que sea sería estrechar la profundidad de su obra. Ni cantante, ni compositor, ni guitarrista, ni poeta, ni músico. Probablemente la acepción más cabal sea la de artista.
Nacido en 1950, la música la mamó desde chico. Prácticamente un autodidacta, en 1967 formó junto a Emilio Del Guercio (bajo y voz), Edelmiro Molinari (guitarra líder y voz) y Rodolfo García (batería) Almendra, un pilar de los inicios del rock en Argentina.
Esa primera formación dejó clásicos para el recuerdo y que perviven en el imaginario colectivo como “Muchacha”, “Ana no duerme” o “Plegaria para un niño dormido”. En los tres años que tuvo de desarrollo esa primera etapa de la banda, dejaron dos discos (el primero editado en 1969 y el segundo, doble, que contenía “Rutas argentinas”, en 1970).
Allí el Flaco lanzó por primera vez un proyecto solista; cuando había cruzado el umbral de los 20 años apareció “Spinettalandia y sus amigos” en 1971. Ese fue el preludio para otra banda ícono: Pescado Rabioso. Osvaldo "Bocón" Frascino en bajo (quien después fue reemplazado por David Lebón), Black Amaya en batería y Carlos Cutaia en teclados completaban la formación.
Dos años le bastaron a la banda para dejar dos discos (Desatormentándonos y Pescado 2) y la semilla del que es considerado por muchos –y así se reflejó en diversas elecciones- como el mejor álbum de la historia del rock nacional: Artaud. Aparecido con la firma de Pescado Rabioso, pero concebido íntegramente por Spinetta, fue una obra revolucionaria, contracultural.
Vio la luz en 1973 acompañado de un manifiesto que se les repartía a los asistentes a al lanzamiento en el teatro Astral en 1973 titulado “Rock: música dura la suicidada por la sociedad” (ver aparte). Eran tiempos en que se respiraban aires de libertad en el país y se vislumbraba un futuro mucho más libre terminada la dictadura iniciada por Juan Carlos Onganía y llegada la “Primavera Camporista”.
Con ese telón de fondo, aparece este disco que intenta romper con todas las estructuras (incluso las físicas, dadas la forma irregular del envase al cual el propio Flaco llamaba “Deformé”). Inspirado en la obra de Antonin Artaud el disco contiene temas como “Todas las hojas son del viento”, “Bajan”, o “Cantata de puentes amarillos” de más de 9 minutos de duración.
Aún en ese 1973 formó su tercer grupo, Invisible, en este caso un trío completado por Carlos Alberto “Machi” Rufino (bajo) y Héctor “Pomo” Lorenzo en batería. Esta banda, dejará en su estela tres discos en tres años y temas de la talla de “El anillo del capitán Beto”, “Durazno sangrando” o “Los libros de la buena memoria”.
Luego de la aparición en 1977 de A 18’ del sol, disco grabado junto a otros músicos, y de en 1979 hacer una incursión por Estados Unidos que dejaría su único álbum editado en inglés (Only Love Can Sustain), en 1980 se daría la vuelta de Almendra.
El valle interior (material de estudio) y un disco doble en vivo de sus presentaciones en Obras serían el resultado de la vuelta, al tiempo que armaba Jade junto al tecladista Diego Rappoport, entre otros.
A partir de allí comenzaría un largo trayecto como solista que se extendería por la década del ochenta y buena parte de los noventa. El material discográfico que fue entregando a lo largo de todos estos años es extensísimo.
Desde un disco junto a Fito Páez en 1986 La la la (un año antes había registrado junto a Charly García “Rezo por vos”), hasta sus trabajos entre 1988 y 1991. En esos cuatro años, lanzó tres discos que fueron elegidos como mejor disco del año, teniendo en todos los casos un tema seleccionado como el mejor también, por el Suplemento Sí de Clarín y con el plus de lanzar en 1990 Exactas, primer álbum en vivo como solista.
Esa trilogía que comienza en 1988 se da con Téster de violencia, material definido en alguna oportunidad por Spinetta como “el primero relativamente conceptual” desde Durazno Sangrando en 1975 con Invisible. Ese disco contenía al tema “El mono tremendo”, laureado en ese 1988.
El año siguiente tuvo a Don Lucero como material y a “Fina ropa blanca” elegidos como mejor disco y mejor canción del año. La serie de álbumes se completa con Pelusón Of Milk en 1991, disco que contenía la desgarradora “Seguir viviendo sin tu amor”.
Luego de 14 años volverá a trabajar en grupo con la formación de Los socios del desierto en 1994 junto a Daniel "Tuerto" Wirzt (batería) y Marcelo Torres (bajo). Cuatro discos editaron hasta 1999.
El nuevo milenio arrojaría siete discos más (contando a un EP grabado en la Rock & Pop), entre ellos Silver sorgo o Para los árboles. En el 2009 se dio uno de los puntos cúlmines de la carrera del Flaco: un recital larguísimo, que más que un recital fue un recorrido no solo por su carrera, sino por el rock nacional en sí, quizás porque el uno y el otro sean (casi) sinónimos.
A lo largo de más de cinco horas esa noche de diciembre en Vélez tocó junto a todas sus bandas y otros grandes como Charly, Gustavo Cerati, Fito o Ricardo Mollo. La vigencia de su obra se evidenció en el cruce de generaciones que se dieron cita en el Amalfitani esa inolvidable noche de verano.
La figura de Spinetta no se limitó a lo estrictamente musical. Luego del trágico accidente en el que murieran diez alumnos del colegio ECOS en el 2006, el Flaco se puso al frente de todas las conmemoraciones y festivales e hizo una militancia activa por la conciencia de los conductores.
La música argentina no será la misma sin Spinetta aquel que no se quedó en la posición cómoda, que no fue en busca del “éxito” vacío de contenido, sino que construyó a lo largo de más de cuatro décadas piezas inolvidables y con una huella profunda e indeleble.
Definirlo, casi de la manera que sea sería estrechar la profundidad de su obra. Ni cantante, ni compositor, ni guitarrista, ni poeta, ni músico. Probablemente la acepción más cabal sea la de artista.
Nacido en 1950, la música la mamó desde chico. Prácticamente un autodidacta, en 1967 formó junto a Emilio Del Guercio (bajo y voz), Edelmiro Molinari (guitarra líder y voz) y Rodolfo García (batería) Almendra, un pilar de los inicios del rock en Argentina.
Esa primera formación dejó clásicos para el recuerdo y que perviven en el imaginario colectivo como “Muchacha”, “Ana no duerme” o “Plegaria para un niño dormido”. En los tres años que tuvo de desarrollo esa primera etapa de la banda, dejaron dos discos (el primero editado en 1969 y el segundo, doble, que contenía “Rutas argentinas”, en 1970).
Allí el Flaco lanzó por primera vez un proyecto solista; cuando había cruzado el umbral de los 20 años apareció “Spinettalandia y sus amigos” en 1971. Ese fue el preludio para otra banda ícono: Pescado Rabioso. Osvaldo "Bocón" Frascino en bajo (quien después fue reemplazado por David Lebón), Black Amaya en batería y Carlos Cutaia en teclados completaban la formación.
Dos años le bastaron a la banda para dejar dos discos (Desatormentándonos y Pescado 2) y la semilla del que es considerado por muchos –y así se reflejó en diversas elecciones- como el mejor álbum de la historia del rock nacional: Artaud. Aparecido con la firma de Pescado Rabioso, pero concebido íntegramente por Spinetta, fue una obra revolucionaria, contracultural.
Vio la luz en 1973 acompañado de un manifiesto que se les repartía a los asistentes a al lanzamiento en el teatro Astral en 1973 titulado “Rock: música dura la suicidada por la sociedad” (ver aparte). Eran tiempos en que se respiraban aires de libertad en el país y se vislumbraba un futuro mucho más libre terminada la dictadura iniciada por Juan Carlos Onganía y llegada la “Primavera Camporista”.
Con ese telón de fondo, aparece este disco que intenta romper con todas las estructuras (incluso las físicas, dadas la forma irregular del envase al cual el propio Flaco llamaba “Deformé”). Inspirado en la obra de Antonin Artaud el disco contiene temas como “Todas las hojas son del viento”, “Bajan”, o “Cantata de puentes amarillos” de más de 9 minutos de duración.
Aún en ese 1973 formó su tercer grupo, Invisible, en este caso un trío completado por Carlos Alberto “Machi” Rufino (bajo) y Héctor “Pomo” Lorenzo en batería. Esta banda, dejará en su estela tres discos en tres años y temas de la talla de “El anillo del capitán Beto”, “Durazno sangrando” o “Los libros de la buena memoria”.
Luego de la aparición en 1977 de A 18’ del sol, disco grabado junto a otros músicos, y de en 1979 hacer una incursión por Estados Unidos que dejaría su único álbum editado en inglés (Only Love Can Sustain), en 1980 se daría la vuelta de Almendra.
El valle interior (material de estudio) y un disco doble en vivo de sus presentaciones en Obras serían el resultado de la vuelta, al tiempo que armaba Jade junto al tecladista Diego Rappoport, entre otros.
A partir de allí comenzaría un largo trayecto como solista que se extendería por la década del ochenta y buena parte de los noventa. El material discográfico que fue entregando a lo largo de todos estos años es extensísimo.
Desde un disco junto a Fito Páez en 1986 La la la (un año antes había registrado junto a Charly García “Rezo por vos”), hasta sus trabajos entre 1988 y 1991. En esos cuatro años, lanzó tres discos que fueron elegidos como mejor disco del año, teniendo en todos los casos un tema seleccionado como el mejor también, por el Suplemento Sí de Clarín y con el plus de lanzar en 1990 Exactas, primer álbum en vivo como solista.
Esa trilogía que comienza en 1988 se da con Téster de violencia, material definido en alguna oportunidad por Spinetta como “el primero relativamente conceptual” desde Durazno Sangrando en 1975 con Invisible. Ese disco contenía al tema “El mono tremendo”, laureado en ese 1988.
El año siguiente tuvo a Don Lucero como material y a “Fina ropa blanca” elegidos como mejor disco y mejor canción del año. La serie de álbumes se completa con Pelusón Of Milk en 1991, disco que contenía la desgarradora “Seguir viviendo sin tu amor”.
Luego de 14 años volverá a trabajar en grupo con la formación de Los socios del desierto en 1994 junto a Daniel "Tuerto" Wirzt (batería) y Marcelo Torres (bajo). Cuatro discos editaron hasta 1999.
El nuevo milenio arrojaría siete discos más (contando a un EP grabado en la Rock & Pop), entre ellos Silver sorgo o Para los árboles. En el 2009 se dio uno de los puntos cúlmines de la carrera del Flaco: un recital larguísimo, que más que un recital fue un recorrido no solo por su carrera, sino por el rock nacional en sí, quizás porque el uno y el otro sean (casi) sinónimos.
A lo largo de más de cinco horas esa noche de diciembre en Vélez tocó junto a todas sus bandas y otros grandes como Charly, Gustavo Cerati, Fito o Ricardo Mollo. La vigencia de su obra se evidenció en el cruce de generaciones que se dieron cita en el Amalfitani esa inolvidable noche de verano.
La figura de Spinetta no se limitó a lo estrictamente musical. Luego del trágico accidente en el que murieran diez alumnos del colegio ECOS en el 2006, el Flaco se puso al frente de todas las conmemoraciones y festivales e hizo una militancia activa por la conciencia de los conductores.
La música argentina no será la misma sin Spinetta aquel que no se quedó en la posición cómoda, que no fue en busca del “éxito” vacío de contenido, sino que construyó a lo largo de más de cuatro décadas piezas inolvidables y con una huella profunda e indeleble.
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