Conocé más sobre el síndrone premenstrual, un conjunto de molestias y síntomas que nos afectan antes del período. Si bien no se conocen las causas concretas, una alimentación balanceada y actividad física frecuente pueden aliviar y mejorar tu rendimiento.
Me peleo con todo el mundo. Quiero comerme todo. Me siento inflada como un globo. Nadie me comprende.
¿Te reconocés en algunas de estas frases?
Todas sentimos, pensamos y vivimos de maneras diferentes. Y eso también se da en la manera que trasitamos los días previos al período.¿ Sos de las que ni se dan cuenta y siguen su ritmo normal o de las que padecen tantas molestias que casi ni pueden salir de su casa? Los síntomas van desde lo físico hasta lo emocional; aparecen entre una o dos semanas posteriores a la ovulación y desaparecen cuando comienza el período menstrual. La suma de todos esos síntomas y malestares constituye el llamado síndrome premenstrual. La cantidad de síntomas y su duración e intensidad dependen de cada caso en particular. Dolor de cabeza, sensibilidad mamaria, edema generalizado, dolor de abdomen, retención de líquidos, hinchazón, tendencia a hematomas, dolor pélvico, irritabilidad, depresión, ansiedad, hambre compulsiva y aumento de peso, son apenas unos pocos de los 150 síntomas que puede presentar este síndrome tan común. De causas desconocidas hasta el momento y al que sólo se puede tratar paliativamente, el síndrome premenstrual es la molestia femenina más padecida a nivel mundial. Se estima que lo sufren el 80% de las mujeres, es decir, que 3 de cada 4 mujeres lo padece. Muchas lo asumen como algo por lo que hay que pasar inevitablemente, pero hay muchas herramientas para mejorar la calidad de vida en este momento del mes. Si bien las causas todavía están siendo investigadas, los especialistas reconocen que podría estar relacionado con la fluctuación en los niveles de estrógeno y progesterona, y que no implica necesariamente una deficiencia en el funcinamiento de los ovarios. Con el paso de los años, el SPM tal como se lo llama en el ambiente médico, ha sido reconocido como un problema que afecta a la mujer en los aspectos familiares, laborales y sociales, impactando notablemente en la calidad de vida, afirma la doctora Diana Galimberi, presidenta del Centro Latinoamericano Salud y mujer (CELSAM).
Los síntomas pueden ser :
Psicológicos: irritabilidad, nerviosismo, enojo, insomnio, mal humor, episodios de llanto, depresión.
Gastrointestinales: cólicos abdominales, distensión gaseosa, constipación, náuseas, vómitos.
Cutáneos: acné, neurodermatitis, empeoramiento de otros trastornos cutáneos (incluído el herpes labial).
Neurológicos y vasculares: dolores de caveza, vértigo, síncope, palpitaciones.
Trastornos varios: cambios en el apetito, antojos de comidas, sofocos, disminución de la libido y el más común, menstruación dolorosa.
Como en todas las afecciones crónicas, las recomendaciones están relacionadas con un cambio de hábitos. Por eso son fundamentales el ejercicio regular, de 3 a 5 veces por semana para aliviar tensiones y ansiedad y contribuir a la reducción de líquido, dormir una cantidad de horas adecuda y hacer una dieta equilibrada, en la que deberá aumentarse el consumo granos, vegetales y frutas. Disminuir el consumo de alcohol, sal, azúcar y cafeina, recomienda el doctor Lázaro Snaidas, jefe de consultorios externos de Ginecología del Hospital de Clínicas Gral. José de San Martín. Dentro de los tratamientos farmacológicos que ayudan a combatir los síntomas están los analgésicos inhibidores de la prostaglandina, como la aspirina o el ibupofreno, algunos psicofármacos, que siempre serán recetados por un médico. Siempre es importante consultar con el médico ginecólogo sobre cómo tratar y aliviar los síntomas en cada caso.
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