Monday, October 8, 2007

El cine, ese invento del demonio...

En el año 1566, en Chelmsford, Inglaterra, la anciana Agnes Waterhouse, de 63 años, se convirtió en la primera victima de la persecución por delitos de hechiceria, instaurada durante el reinado de Isabel I. Se le condenó a muerte por la horca, acusada de haber embrujado a William Fynee y haber provocado así su muerte. Se determinó que el cómplice del delito fue un gato negro que vivía con la anciana, y cuyo nombre era Satán. El juicio celebrado constituyó todo un hito, pues en adelante se llevó a cabo una impresionante persecución de hechiceras que se prolongó durante tres siglos, aproximadamente. La mayoria de las victimas eran campesinas que, sin privilegio alguno, se convertían en chivo expiatorio de los males y pecados de fanáticos y poderosos, libres de acusación alguna debido a su influencia en las cortes.

Bastaba cualquier provocación, sea insultos o una simple mirada malintencionada, para que las acusaciones de hechiceria sean lanzadas, con la consiguiente intervención de las autoridades. Los juicios eran una farsa en los que bien valía como prueba la presencia de niños de seis a nueve años como testigos de cargo, o el hecho de poseer animales considerados ayudantes en rituales, es decir, si se tenía un perro, un gato, o un ratón, podía uno resultar ajusticiado. También era utilizada la opinión de médicos irresponsables, los cuales, ante el desconocimiento de alguna enfermedad o mal físico, los llevaba a determinar la presencia de prácticas demoniacas.


La caceria de brujas en Europa, y en menor medida en Norteamerica, se prolongó desde el siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XIX. Fue una época de histeria colectiva, ya que , si por un lado existían mujeres acusadas y condenadas por prácticas de hechiceria, por otro lado, la población que se decía fiel a la iglesia y a Dios, desarrollaba prácticas correspondientes a una supuesta magia blanca, que los protegía de las artes del infierno.

La creencia en el poder maléfico siempre ha formado parte de nosotros, de una forma u otra. Si bien, lo anteriormente narrado corresponde a sucesos ocurridos hace varios siglos atras, eso no significa que hoy no estemos libres de supersticiones y temores ante lo que llamamos ciencias ocultas. Aun hoy se pueden encontrar avisos publicitarios en los que, muchos de aquellos personajes llamados curanderos, ofrecen sus servicios para librar del mal y de las fuerzas oscuras a todo aquel que lo requiera. Somos herederos de las creencias de nuestros antepasados, tanto para el bien como para el mal. Muchas de éstas creencias sobrevivieron a través de los años, y curiosamente, en estos tiempos de desarrollo tecnológico lo hicieron sin ningún problema.
Durante el siglo XX, la magia negra llegó a manifestarse en la cultura popular. Llamaron la atención por medio de personajes como los ingleses Aleistar Crowley durante los años 30 y 40, y Alex Sanders, éste a inicios de la década del 60, siendo éstos, dos de los brujos y especialistas en artes oscuras más destacados que hayan existido. Por ejemplo, muchos recuerdan a Aleistar Crowley como un sujeto de tremenda personalidad. Pero fue en el nuevo continente donde ocurriría un resurgimiento muy especial. Dentro del gran escenario que ahora lo constituyen los EE.UU. de Norteamérica, una serie de sucesos como la muerte de los Kennedy, de Martin Luther King, y una crisis de valores surgida en medio del conflicto con Vietnam, llevó a la juventud norteamericana a sumirse en medio de incertidumbre, y por ello se alzaron tanto los hippies, como el consumo del LSD, y se enarbolaba el rock and roll místico de los Beatles. Es aquí donde surgen una serie de modas o tendencias espirituales, del mismo modo que en los años 50 y 60 lo novedoso fueron el Budismo Zen y la Cienciología. Ahora, hace su reaparición el culto a Satán.

Primero ocurrió a traves de una figura mediática como la hechicera Sibyl Leek, una vidente inglesa que, aprovechando la libertad de oportunidades que encontró en América, hacía apariciones en televisión y llegó a escribir muchos libros de magia negra. Pero quien se alzó como la máxima autoridad del Satanismo en el año 1966 fue el célebre Anton La Vey, norteamericano nacido en Chicago, y considerado el sumo sacerdote de la Iglesia de Satán, actuando en forma abierta y sin reparos ante un público ávido de escándalos y tambien de nuevas creencias en busca de un sentido a su vida. La Vey predicaba el culto al placer terrenal, porque en resumidas cuentas para eso existía, además de enaltecer la imagen de Satán como el rey de este mundo. De éste modo empezó a ganar adeptos en forma muy rápida. La gente iba cada vez menos a misa los domingos, pero no dejaba de creer en la existencia de fuerzas más alla de su comprensión.

La Vey penetró sigilosamente en el jet set americano, y no tardó en hacer contacto con el mundo del cine. Primero a través de su amistad con la actriz Jane Mansfield, la cual tiempo después falleció en un accidente automovilístico. Luego obtuvo pequeñas apariciones en algunas peliculas, siendo la más recordada su participación en la cinta de Roman Polansky "El bebe de Rosemary". De esta forma, sus actividades se mantenían firmes en aquellos años. Sin embargo, fue el mismo mundo del cine el que protagonizó una nueva ofensiva espiritual muy sorprendente.


El estreno de la pelicula "El exorcista" en el año 1973 fue todo un acontecimiento. El público impactado ante la historia de una niña poseida por el demonio, reaccionó lleno de temores, volviendo a sus iglesias católicas o cristianas en busca del perdón de sus pecados. No es de extrañar que este film segun se cuenta, haya tenido la aprobación del mismisimo Papa Paulo IV, desde El Vaticano. Esta vez no hubo caceria de brujas, la cual desgraciadamente costó muchas vidas inocentes. En vez de ello, se realizó un gran exorcismo dentro de las salas de cine, qué mejor lugar, muy acorde con éstos tiempos.

La Vey continuó con su culto el cual goza de legimitidad en los EE.UU., hasta sus últimas apariciones en los años 90, al lado del músico Marilyn Manson. Murió en 1997, pero la Iglesia de Satán aun se mantiene. Como se diría en una pelicula, la lucha entre el bien y el mal continúa.

A seguir, una serie de peliculas particularmente interesantes, en mi humilde opinión. Brujas, demonios, posesiones maléficas. Todo lo que un aficionado al horror gusta de ver. Aunque el Halloween sólo me sirva de pretexto para el tema, de todos modos, feliz 31 de octubre. Por cierto, la frase del título pertenece a Antonio Machado.
Bibliografía : "El hombre, el mito y la magia" de Ariel Editores.

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